top of page

SALIENDO DE UN HOYO DE PROBLEMAS

Había una vez un niño de altos recursos que vivía en el campo y tenía 8 años. Este niño se llamaba Enrique. Enrique estaba harto de su vida porque sus papás no lo dejaban salir a la calle, ni siquiera salir de su casa. Él solo podía ver desde las ventanas cómo era afuera, pero nunca salir de allí.


Enrique no entendía por qué lo tenían encerrado de esa forma. Pero él estaba decidido a salir de su casa costase lo que costase. Lo intentó en varias ocasiones, pero su casa tiene harta seguridad. Siempre lo descubrían y lo sermoneaban que era peligroso salir a la calle. Él sufría harto porque sus papás hacían lo imposible para que no salga. Tampoco iba al colegio: le traían profesores privados. Enrique se sorprendía y decía: ¿Por qué hacen eso mis padres?


Una noche, Enrique le preguntó a su madre: “mamá por qué no me dejan salir al campo. Su mamá no le contesta nada, solo mueve la cabeza como diciendo “no”. Enrique pensó “¿no lo sabes acaso?”, pero su mamá le dice “no lo debes saber porque vas a intentar fugarte”.


Estas palabras dejan pensando a Enrique, “si me entero, ¿me podría fugar? ¿Por qué dijo eso?”


Pasó el tiempo y el niño seguía en su cárcel sin saber la causa. Un día, escuchó a sus padres discutiendo, empezaron a gritar, pero luego se calmaron y volvieron a hablar bajito. Enrique se acercó lo más que pudo al cuarto de sus papás y escuchó este diálogo:


-Ya no puedo más con esta mentira, Gabriel.

-Tienes que callar por el bien del niño.

- No!, no!, no! Ya no sé cómo ocultárselo.


En eso, Enrique lanza un fuerte suspiro, sus papás salen a ver si hay alguien espiando, pero no encuentran a nadie. Enrique había logrado ponerse justo detrás de la puerta y no se dieron cuenta, o eso creía. En realidad, la mamá sabía que Enrique les está espiando, así es que deja la puerta de su cuarto un poco abierta, ella prefiere que su “hijo” se entere de una vez. Lamentablemente, ya no volvieron a tratar de ese tema, el papá parece que sospechaba que Enrique los espiaba.


Y Enrique sigue con la intriga de lo que ocultaron tanto sus padres.

Enrique después de dos años tiene 10 años.

En estos dos años pasados, se enteró de por qué nunca salía fuera. En realidad, sus papás no lo eran, sino que lo encontraron por ahí gateando cuando solo tenía año y medio. Enrique era adoptado, sus falsos padres no pueden tener hijos porque su padre es estéril. La gente del pueblo no se llevaba bien con esa familia rica y siempre quisieron arrebatarle a su hijo adoptivo; por eso no lo dejaban salir, por miedo a que los raptasen. Pero Enrique pareció no entender el motivo de sus padres adoptivos, sino que, desde ese momento él se ha querido escapar pero no ha podido. Pero tiene un plan. Un día encontró un arma de fuego en el cuarto de su papá, él piensa llamar a la sirvienta para que venga a su cuarto porque le quiere pedir algo muy importante. Listo, el plan está decidido. Se hará. La sirvienta, muy inocente, sube a la habitación de Enrique y este la sorprende con el arma en mano. De inmediato la obliga a llamar a Roberto, el vigilante de la puerta. Mientras el Bob (así lo llamaban en casa) sube por las escaleras, Enrique amarra a la sirvienta en una silla y le tapa la boca con una cinta de aluminio. Cuando Bob abre la puerta, Enrique lo golpea la cabeza con un bate de béisbol, lo deja inconsciente y él baja las escaleras abre el portón metálico que siempre había sido su frontera y lo primero que asoma a ver es la belleza del campo.


Y lo segundo que hace es regresar a su cuarto porque había olvidado su mochila con su ropa y sus ahorros de prácticamente toda su vida.

La sirvienta seguía atada y Bob aún no despertaba. Enrique se entristeció de haber tratado así a sus empleados, pero –se dice- era algo necesario.


Después salió con la bicicleta que nunca pudo utilizar.


Nuevamente fuera de casa, se fue alejando de ese hogar de mentiras y de sentirse frustrado por tantas cosas que no había podido hacer. Lo primero que hizo después de salir de fue ir al parque del pueblo. Todo eso lo que veía le parecía impresionante de ver porque él nunca había salido de su casa y se puso a llorar de diciendo “por qué mis padres son así esto es lo más bello que he visto en toda mi vida”.


Después de caminar y caminar conoció a un amigo pobre que se llamaba David. A Enrique no le importaba si era pobre o rico. Solo quería a un amigo con quien jugar, estar con él y muchas cosas más. David lo llevó con sus otros amigos y así conoció a: Norberto, Fabricio, Ariana y Francisco. A Enrique le llegó a gustar Ariana, pero hay un pequeño problema. A Francisco le gusta también Ariana, pero por ser integrante nuevo lo dejaron que sea el de honores.


Y se quedaron en la calle para el resto de vida y de pasada por allí estaba su verdadero padre que también se llamaba Enrique a quien llegó a conocer…aunque esa es otra historia.


Fin

bottom of page